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Víctor Simanca, el niño al que la música le cambió la vida
Víctor Simanca, el niño al que la música le cambió la vida
- “Quiero ser tamborero, nada ni nadie me lo impedirá”
Aunque vino desde Venezuela con un tris de interés por la música, fue con los talleres gratuitos de formación musical que brinda la Estrategia de Formación Artística y Cultural -Efac- en donde construyó su vínculo amoroso con la percusión.
Víctor Simanca, tiene 10 años y su romance lo inició con el guache, aquel artefacto metálico que con sus semillas de capacho en su interior, emite el sonido más auténtico de la tambora.
Víctor vive en Santa Marta desde hace tres años y tiene dos meses recibiendo las clases en el barrio Cristo Rey y en ese tiempo ha aprendido lo que un niño a su edad tarda en un año.
Como su historia de vida, son más de 25 casos de niños, niñas y adolescentes que en condición de discapacidad se forman culturalmente con la Efac, el programa además de ser gratuito vincula a toda la comunidad a través de la Secretaría de Cultura.
Su caso en sí es muy particular. Cuenta el profe que desde el día en que Víctor llegó a la clase, le imprimió ese amor por el arte a todos los compañeros y junto al guache, ha caracterizado en ejemplo real el amor que cualquier músico experimentado puede tenerle a la música.
“Recuerdo que en su primera clase me preguntó si se podía llevar el guache, no niego que su interrogante me causó una sonrisa de oreja a oreja, y mientras me miraba con inocencia esperando un sí como respuesta, lastimosamente me tocó decirle que no; a lo que respondió con tristeza: quería seguir practicando en casa mientras mi mamá y mis dos hermanas trabajan”, dijo Carlos Bueno, formador.
Agregó el profesor que fue ahí en donde cayó en cuenta que Víctor encuentra en la música el acompañamiento para encontrarse consigo mismo cuando está solo en casa.
“Me cuenta Víctor que tanto a su mamá como hermanas les toca trabajar todo el día, razón por la cual él pasa largas jornadas solo en la vivienda”, agregó el profesor.
Víctor ya ganó el año, en 2019 cursará cuarto de primaria y dijo que ahora que no tiene clase dedicará toda la época decembrina a seguir aprendiendo a tocar tambora.
“Estamos cambiando la vida de los niños y jóvenes samarios”, expresó Diana Viveros, secretaria de Cultura del Distrito.
“Venimos realizando desde hace cuatro años un proceso importante de formación artística y cultural, a través de semilleros de artistas y de gestores culturales, donde niños, algunos incluso en situación de discapacidad como es el caso de Víctor, ven en esta estrategia una oportunidad para descubrir que a través de la música y el arte se pueden desarrollar los sentidos y crear otras formas de comunicación. La Efac ayuda a realizar sueños, a fortalecer el autoestima y a unir familias”, expresa Diana Viveros, secretaria de Cultura.
“Víctor no se queda quieto, él la coge rápido y cada día quiere más y más. Su actitud ha contagiado al resto de niños, ahora en Cristo Rey, todos quieren ser músicos”, dijo Carlos Bueno, formador Efac.
Su limitación física desde nacimiento, no ha sido inconveniente para que desarrolle sus habilidades de vida de manera óptima, lo constatan los vecinos que aseguran que desde el día que llegó al barrio y escuchó el sonido de los tambores se despertó en él la emoción por la tambora.
A menos de una cuadra en donde vive con su mamá y dos hermanas, está la ludoteca distrital, ahí todas las tardes se dictan los talleres y allí llegó por iniciativa propia, se matriculó y ya hace parte de la Estrategia de Formación Artística y Cultural que promueve la Secretaría de Cultura.
Desde que cursa los talleres, su vida tiene un propósito: convertirse en el mejor músico de la región.
“Así como toco el guache, también puedo tocar el bombo, no creo que sea difícil, ya lo he intentado y sé que lo lograré.
Su nivel de superación no tiene límite, y más aún cuando desde la psicología los profesionales indican que estos proyectos de inclusión social además de fortalecer las habilidades motrices, estimulan la mente y el deseo de crecer emocionalmente.
“Lo que inició como un experimento social, se ha convertido para Víctor en una motivación, desarrollo sensorial que incrementa su creatividad. La música ha sido para él una herramienta a través de la cual se encuentra consigo, es como si la melodía de un instrumento despertara todo lo que él es. Su valía mejora cada encuentro notablemente. El contacto con sus pares alimenta su valentía, día a día nos enseña que el ser humano brilla en la medida que entiende que lo verdaderamente valioso está más allá de lo tangible, de lo material y que antes de conocer en su exterior hay en nuestro interior una maleta cargada de poder. Poder para transformar cualquier entorno. Poder para inspirar, motivar y traer libertad a quienes consideran que lo visible es determina su realidad”, comentó Wendy Liñán Fontalvo, psicóloga.
Sin duda alguna, Víctor es la prueba fehaciente que demuestra cómo desde el arte y la cultura se potencializa la prevención integral en comunidades de vulnerabilidad.
Boletín No 1423